sábado, 22 de septiembre de 2007

El Niño Torero



Los padres conversaban en ese bar para ser escuchados. A gritos, serios, crispados.
Sudando goterones, llenos de gomina y laca de peluquería. Brillosos mas no brillantes. Cada uno informando novedades de una vida corta, exagerada. Su niño es torero.
El niño al fondo, ojitos de ratita peligrosa. Brillando con esa luz extraña de los elegidos, mirando al mundo con desprecio, dándole vueltas a su Colacao helado. Solo once años, su sueño es matar. Vestirse con luces inalámbricas, bañarse en sangre, matar para salir a hombros por las plazas de la vida. Pañuelos blancos y olés como consignas de un mundo centrado en vivir a costa de la muerte de un ser acorralado.
“Que de crío capeaba con la toalla, que sabia de memoria todos los toreros de moda, que el Juli era tonto y Jesulín un vaina…” “Cuando lloraba en la guardería lo hacía con una rabia de hombre precoz”... Un lenguaje taurino, machacón, pernicioso, nada gracioso.
El niño se inflaba, sus ojos fijos hacían pensar en los niños soldados de esa guerra donde lo peor era una infancia alborotada por Kalashnikov, niños jugando a repartir la muerte como si se tratara de volantes de Mercadona. Niños guerreros tratando de matar para no ser muertos. Niños hurgando basuras, esnifando cemento. Niños donde el toro es la muerte que embiste a cada paso.
El niño, al que llamaban “maestro”, hacia pensar en una casta donde acorralar y torturar es parte de una diversión tradicional. Argumentada por ritos donde los cuernos y la matanza gratuita dejan seres rabiosos e impotentes. Demasiadas gentes trabajando la industria de torturar. Inclusive la iglesia bendiciendo toreros como un acto testimonial donde Dios elije a algunos para darle potestad para matar por gusto, justificado todo con la palabra arte. ¿Se puede tener arte quitando la vida a alguien? La creación es siempre un resultado generoso, nunca de confundir, ni rebajar.
Este Niño torero viene por otra hambre, no lo hace por comer, por llevar abrigo a una familia sin recursos. Lo hace porque quiere periódico, quiere tele, quiere notoriedad.
Ganar la lotería, dar el pelotazo, triunfar para no aprender. Mejor dicho, no sabe exactamente lo que quiere, por eso la obsesión le hace dar verónicas imaginarias, capotazos al aire, estocadas al azar. Llorar como hechizado cuando se le escapa la razón.
Lo hace porque un torero queda supuestamente libre del miedo de pasar desapercibido. Un torero es un hombre con miedo solo a perder el miedo. Un sanguinario feroz acostándose con señoritas para poder contarlo. Un torero también será llamado poeta si sabe callarse a tiempo. Como si los poetas fueran autistas, como si ir de safari formara parte de amar a los animales. El niño “maestro” repite una letanía de orejas y rabos. Balbucea cifras del dolor sin saber lo fuerte del resultado. Sus padres alimentan ese “eguito” sordo comparándolo con un Manolete imaginario. Sus padres no temen ambulancias, operaciones riesgosas. Ven fincas, automóviles, portadas de revista y gasolineras en su vida futura. El niño comercializará su existencia, no reparan en una soledad angustiante de cuartos de hotel, tardes fallidas, gatillazos en la penumbra del flash. Ni siquiera sospechan que lo peor de los sueños es hacerlos realidad.
En el bar, sin reparo, a gritos, desarmando el futuro de los demás. Su niño jamás irá al verdeo, a recoger fruta con los rumanos. Su niño no trabajará de albañil, ni será víctima del paro. Nunca será carne de andamio. Repartidor, reparador, camarero.
En la vida correrá peligro de enredarse con las mareas si fuera pescador. Su niño se casará con la hija del dueño de una ganadería. Comerá con alcaldes, se sentará a la derecha de la derecha más terca. Habrá plazas con su nombre, hasta en las bibliotecas se dirá algo de él. La iglesia declarará que fue inmaduro en su primera anulación matrimonial, se casara más veces si Dios así lo ordenara.
El Niño mira al suelo fotografiándolo, jurando olvidar ese bar hediondo en el futuro, no querrá saber nada más de esa panda de “pringaos” cuando sea matador. Jamás volverá al pueblo, solo para un pregón. Cuando su madre llame tendrá a alguien para contestar diciendo que el “maestro” esta en América o en una corrida benéfica.
Estos días quedarán como la bruma, remotos e indigestos “como el mierda Colocao este”. Estas tardes llenas de padres locos por él, los olvidará sistemáticamente .Sabrá olfatear de lejos al enemigo. ¿Qué se puede esperar de alguien con su vida consagrada a matar? ¿Ahora dónde queda exactamente el Tercer mundo?

Richard Villalón

Carne de mi Sangre

Carne de mi sangre


Es raro, todos los abuelos tienen santos en casa. Estos tienen solamente una felicitación de primera comunión ajada varios años. La cruz alargada. Pasa con la edad, todo se deforma o parece transformado. Algo se amarilla. En su juventud no eran muy dados a la iglesia. Se casaron por lo civil, en la boda dicen murió un tío de infarto, en pleno banquete.
Siempre he querido que tu madre sea más cariñosa. Un besito apretado, una caricia, algo para entender su amor a los niños, como las demás abuelas. Tu padre, solo esperando ver a Rajoy soltando algo en la TV, rezongando:” Zapatero llenará de maricones a España”. Tu padre y Rajoy se parecen, por cierto, cuando insultan les brilla algo dentro los ojos, se pasan la mano por el cuello, tiemblan endiablados. Los dos viven contra la corriente, siempre encuentran mierda en cualquier acto ajeno.
Este año van los niños a Sevilla, a Punta Umbría- para ser playa tiene nombre de cementerio-, solo porque el medico lo ha recomendado. Una anemia se quita al sol y mucho gazpacho. Tu madre hace el gazpacho sin ajo, soso, sin gracia, muy propio en ella.
Cuando nos casamos nunca supuse que su amabilidad inicial duraría toda la vida.
Toda nuestra relación familiar es igual a la primera noche cuando nos conocimos.
Han pasado los años, ella sigue preguntándome cuántos hermanos somos, “¿Tus padres fuman?”, ¿Te dejas echar las cartas?
Cuando comenzaron tus hemorragias, lo asombroso era ver como tu madre traía ese puré de fresas, te lo daba a solas, en la oscuridad. Eso has heredado de ellos, en pleno verano y las cortinas cerradas. La oscuridad y la penumbra, albergando esas macetas con tierra, sin plantas. Llenando la casa de tristeza…un olor a otro sitio.
Lo que me atrajo hacia ti, fue tu declarado amor por el sexo, follarías hasta con una muerta. Eso gusta y atormenta. Te pones loco, me asaltas. Cuando estas dentro mío recién despierto en tu planeta, en el cual nunca me has nombrado con nombre propio. Tú, tus ojos vueltos gritándome:”sigue…”.Arañando tus pies mis piernas, clavándote igual las uñas en el mismo fondo de la soledad y el vacío. Un idioma gutural, profundo cual maldición. Tus manos garras, mi cintura presa en un ritmo infernal, jamás lo cambiaria por nada. Cuando estamos juntos, es como si llovieran pétalos de hostias o cayera bajo una ola, blanca de ti.
Esa demencia por mí, cuando menstruo… excita a mis amigas, dicen que eres un guarro. Otras sonrojadas les gustaría ser folladas en esos días.”Si después de haber hecho el amor, no sales sucio, es porque no has hecho nada”.Nosotros salimos salidos, agotados, aguardando el próximo encuentro.
Amor sonámbulo, quitamos nombre a las cosas, solo por la noche me reconozco viva. Los días me dejan cansada de luz, los niños sobran en este paisaje, solo quiero verte a solas, para caer en tus labios, tus dientes.
Este verano necesito a los niños en la playa. Si se ahogan, lloraríamos algo, bajaríamos de peso. Tú no lo necesitas, siempre estas esquelético, ojeroso y caliente.
Los niños vivirían más seguros muertos, alejados del pacto de Kyoto y de George W. Bush.De la gente aterrorizando con sus miedos al mundo, viendo terrorismo en cualquier parte.
Me querrías a todas horas, las 24 del día. Encerrados en nuestro cuarto. Ideando maneras para llegar por otros pasillos al orgasmo. No importa me digan loca, mala madre o pérfida. Haberme hecho la “longui” estos años…
Estás en mi sangre, mi sangre pide más sangre. Al final los niños volverán cualquier madrugada del cementerio. Algo sucios, sedientos, desconcertados. Se pondrán a jugar con la play station, en silencio, como si nada. Mientras nosotros seguimos inventando el universo…cielo o infierno, según se mire.
Richard Villalón