Acuérdate de Portugal José María. Si me negase por rabia a seguir tallando la estúpida nariz
que carga la espera.
Nadie sabe de nuestros miedos, los demás hablan de niñas, de
niños más valiosos que nosotros cuando pedimos algo de paz, canciones o trabajo.
La gente mira televisión panza arriba. Nosotros alocados caminamos
playas buscándole rimas a este terrible amor de incansable crecimiento.
Acuérdate de Portugal José María, hay noches de verdad, no
quisiera levantarme.
Sería fácil para el guión, perecer en este fango extraño donde
mi sueño sevillano acaba náufrago.
Estoy harto de ser un artista excepcional, un hechicero.
Harto de que me griten en cara mi talento. Harto de darte nada más que a veces
miedo, harto de revisar facturas, esqueletos y extraños complementos.
Eres tú quien mejor me fotografía, quien hace los manjares más perfectos, quien peina un gato
amuleto por las mañanas.
No me dejes solo todavía.
Estoy aquí porque tú
me has inventando. Sin ti sería solo, una huella profunda de la muerte.
Acuérdate de Portugal José María, allí seguiremos en la playa hablando de fantasmas, pactos
políticos y cerámicas. Brindando eternamente nuestro amor glorioso.
Dios envidioso, no ha dejado de dispararle estos años, porque nuestro amor no lo soporta
siquiera Dios… Es un zapato que nunca
alcanzará su talla, una sonrisa que nunca se verá bien entre sus dientes, un
detalle nimio marcándolo claro como un demente.
Richard Villalón
Sábado, 05 de marzo de 2016