28 de Julio 2013
“Un fantasma, es
aquel que vuelve al lugar de donde salió, para encontrar sus puertas cerradas…”
Nadie entendería mis lágrimas
aquel 28 de julio de mis trece años en Lima.
Ese día, mis padres no me
compraron nada nuevo, su regalo dinamitado me lo dieron el año anterior, cuando
se divorciaron.
Siempre he temido a la palabra
Patria .Sonaba a militares delirantes, a falsos revolucionarios poniendo toques de queda, colas para comprar
carne y Miraflorinos odiando
obstinadamente a los “cholos”. En aquel lugar, ahora remoto, que según la
canción “Y se llama Perú con “pe” de Patria…”
A partir de los trece años, los
28 de Julio, dejaron de ser ropa nueva y circo con leones en la Avenida Grau
para convertirse en los despojos de una felicidad que poquito me duró.
Por la ventana de mi casa veía
los coches que subían por la Avenida Javier Prado a las fiestas Patrias. Ese 28
de julio de mis trece años algo estaba revuelto entre mi corazón y el estómago. Entre la realidad y el ensueño,
que tiene ritmo de vals peruano.
A esa edad se diferencia poco la
alegría del terror, el amor con las ganas de llorar y la pasión con una indigestión.
Comprendí que mi tristeza no estaba relacionada
con el día de la Patria. Estaba triste porque me había enamorado de un cura de mi colegio,
español para remate, y me había amenazado con expulsarme si seguía viéndolo con
la desesperación fatal de los amantes no amados. Aunque la palabra acoso en
esos años no existía, quiero confesar por mi culpa, por mi culpa , por mi
grandísima culpa que perseguía al Padre …Agustino, bello y blanco, como decían persiguió el diablo a San Judas
Tadeo en una iglesia limeña… por los
siglos, de los siglos, Amén.
Cuando tocaron el Himno Nacional
en la radio y sonó el “Somos libres seámoslo
siempre” quería morir, quería escuchar en su acento español, las palabras: “Richard,
bonito cantas”… Sentirme, gratificado por Dios, por primera vez en mi vida... Siempre
he dicho que el sacerdote español ese, me hizo creer en que algo divino aparece
alguna vez en la vida, para salvarnos del mal que es vivir traicionándose inútilmente para complacer a los demás…
Aquel 28 de Julio, juré que no
puede haber amor al país, si uno no se ama para darse a los demás. Que el oro
de los Incas no se comparaba con el brillo de los ojos de mi cura español y que
el sexo es la mejor Revolución…
Richard Villalón
Sevilla