El secreto de poner en ridículo a las personas reside en conceder talento a aquellos que no lo tienen.
Cristina de Suecia
“Mi niña es una artista, sabe mover las orejas y nadie le ha enseñado, además, cuando ve a dos mujeres hablando en el mercado, les adivina las palabras solo al verlas”.
”Maestro, le voy a contar algo que nadie sabe: tengo capacidad para ser perseguido por los perros en la calle, para que los pajaritos se choquen cuando vuelan y para que mi novia no sospeche que llevo sin bañarme varios días”.
Estas conversaciones las cargo desde hace dos semanas, vienen hostigándome de manera obsesiva, creo exorcizarlas al escribir. Me gano la vida dando clases de canto y teatro. La palabra talento siempre me ha parecido exagerada, peligrosa. Muchos talentosos al transcurso de los años han resultado un fraude, sus revoluciones culturales se han cargado muchos corazones esperanzados. Pero está pasando, la gente anda cargando ese término cual talismán extremo para escapar de la realidad. Se resume viendo televisión:
Hace tres días vi a un señor tirándose pedos de manera desmedida, con un público cagándose de la risa ante los pedos. Está claro ¿Qué otro lenguaje utilizaría si comenzamos con la palabra pedo? Los jurados del programa no hicieron algo para que el espectáculo resultara más corto. Esperaron y esperaron, al final de manera hipócrita, despótica, lo eliminaron. Pero sus tres minutos de gloria llevaron al “Tirapedos” a un éxtasis parecido al alcanzado por un místico. El espectáculo comenzaba con el culo del señor “microfonado”, las caras del público arrebatados por una alegría extraña, como hipnótica y yo espectador esperando ver algo corrigiendo el curso de todo, evitando sentirme libre de escoger mi suciedad. Un circo con tres pistas simultáneas.
La gente cuando vienen a las clases de voz y teatro, llegan suponiendo que ser artista es algo fácil. Pagando unas “clasesitas” los voy a lanzar a un estrellato donde se librarían por fin de sus pobrezas, del medio donde se cuecen sus peores pesadillas. Por suerte son pocos, pero los muchos, los elimino con una premisa estúpida y manida: prepararse a fondo, el cuco de todo ocioso.
Hablar con un artista en la alameda de Sevilla es acercarse a un animalito obcecado en construir un discurso ramplón, donde sus frases crearan un eco cataclismo para destruir por fin a sus peores enemigos. Generalmente exitosos. Dueños de compañías o dueños de los sueños truncados de funcionarios teatrales. Una junta no une, apega, delimita.
Trabajé en una compañía de teatro apenas llegué a Sevilla, me abrieron sus puertas y cuando todo parecía de maravilla me acusaron de obsceno, territorial y ególatra. El director amablemente me invitó a volver a mi país aduciendo que gracias a sus influencias en la Junta y etc, etc… mi talento sobraba para esta ciudad.
Han pasado los años y su talento sigue llenando marquesinas del teatro oficialista, me río cuando supone ser un director de algo saludable. “El talento escondido no produce reputación.” (Erasmo De Rótterdam), en este caso creo, si produce espejismos.
La suerte y mi talento me hicieron sobrevivir a su talento.
Lo mismo ha pasado con algunos escritores quienes muchas veces suponen tener voz propia disparando contra aquellos, que aunque pequeña, la tienen propia. Al final son bufones itinerantes de cualquier grupo editorial.
El miedo-pánico por el que atraviesa la televisión local pertenece a sistemas partidaristas, nutriéndose de becarios para perseguir la noticia en forma de famosa, cuanto más impertinentes, aparentemente más eficaces. Hacen seriamente reflexionar en las fórmulas de la felicidad. Bien nos harían algunos internándose en el bosque de su búsqueda personal, contando una noticia donde ninguna verdad comercial llegue a acorralarla.
Dicen que el cine es memoria y la televisión olvido, no logro reponerme de los castings de la tele. De las caras zafias de sus jurados, de toda esta patraña para hacernos olvidar que podemos retroceder a la derecha, la Iglesia cristiana está contra los gays, las lesbianas, el aborto y todo lo que sea progreso. La familia nuclear es radiactiva, el euribor se ha disparado, los niños desaparecen de verdad, Zapatero promete, Rajoy amenaza. Hilary quiere un becario para vengarse corriéndose viva en la sala oval, un señor se ha cargado la banca francesa y los polos nos llenarán de agua hasta la cama.
Aún así, jamás pienso en triste, ni en blanco y negro. Ni escucho un himno donde se hace de la patria un emblema para discriminar, aunque esta ciudad siga amando a los cantantes mudos, los bailarines sin piernas, a los amantes sin alas.
“Existe algo mucho más escaso, fino y raro que el talento. Es el talento de reconocer a los talentosos.” (Albert Hubbard).
Richard Villalón
Sevilla, 29 de enero de 2008
http://www.richardvillalon.com/
Cristina de Suecia
“Mi niña es una artista, sabe mover las orejas y nadie le ha enseñado, además, cuando ve a dos mujeres hablando en el mercado, les adivina las palabras solo al verlas”.
”Maestro, le voy a contar algo que nadie sabe: tengo capacidad para ser perseguido por los perros en la calle, para que los pajaritos se choquen cuando vuelan y para que mi novia no sospeche que llevo sin bañarme varios días”.
Estas conversaciones las cargo desde hace dos semanas, vienen hostigándome de manera obsesiva, creo exorcizarlas al escribir. Me gano la vida dando clases de canto y teatro. La palabra talento siempre me ha parecido exagerada, peligrosa. Muchos talentosos al transcurso de los años han resultado un fraude, sus revoluciones culturales se han cargado muchos corazones esperanzados. Pero está pasando, la gente anda cargando ese término cual talismán extremo para escapar de la realidad. Se resume viendo televisión:
Hace tres días vi a un señor tirándose pedos de manera desmedida, con un público cagándose de la risa ante los pedos. Está claro ¿Qué otro lenguaje utilizaría si comenzamos con la palabra pedo? Los jurados del programa no hicieron algo para que el espectáculo resultara más corto. Esperaron y esperaron, al final de manera hipócrita, despótica, lo eliminaron. Pero sus tres minutos de gloria llevaron al “Tirapedos” a un éxtasis parecido al alcanzado por un místico. El espectáculo comenzaba con el culo del señor “microfonado”, las caras del público arrebatados por una alegría extraña, como hipnótica y yo espectador esperando ver algo corrigiendo el curso de todo, evitando sentirme libre de escoger mi suciedad. Un circo con tres pistas simultáneas.
La gente cuando vienen a las clases de voz y teatro, llegan suponiendo que ser artista es algo fácil. Pagando unas “clasesitas” los voy a lanzar a un estrellato donde se librarían por fin de sus pobrezas, del medio donde se cuecen sus peores pesadillas. Por suerte son pocos, pero los muchos, los elimino con una premisa estúpida y manida: prepararse a fondo, el cuco de todo ocioso.
Hablar con un artista en la alameda de Sevilla es acercarse a un animalito obcecado en construir un discurso ramplón, donde sus frases crearan un eco cataclismo para destruir por fin a sus peores enemigos. Generalmente exitosos. Dueños de compañías o dueños de los sueños truncados de funcionarios teatrales. Una junta no une, apega, delimita.
Trabajé en una compañía de teatro apenas llegué a Sevilla, me abrieron sus puertas y cuando todo parecía de maravilla me acusaron de obsceno, territorial y ególatra. El director amablemente me invitó a volver a mi país aduciendo que gracias a sus influencias en la Junta y etc, etc… mi talento sobraba para esta ciudad.
Han pasado los años y su talento sigue llenando marquesinas del teatro oficialista, me río cuando supone ser un director de algo saludable. “El talento escondido no produce reputación.” (Erasmo De Rótterdam), en este caso creo, si produce espejismos.
La suerte y mi talento me hicieron sobrevivir a su talento.
Lo mismo ha pasado con algunos escritores quienes muchas veces suponen tener voz propia disparando contra aquellos, que aunque pequeña, la tienen propia. Al final son bufones itinerantes de cualquier grupo editorial.
El miedo-pánico por el que atraviesa la televisión local pertenece a sistemas partidaristas, nutriéndose de becarios para perseguir la noticia en forma de famosa, cuanto más impertinentes, aparentemente más eficaces. Hacen seriamente reflexionar en las fórmulas de la felicidad. Bien nos harían algunos internándose en el bosque de su búsqueda personal, contando una noticia donde ninguna verdad comercial llegue a acorralarla.
Dicen que el cine es memoria y la televisión olvido, no logro reponerme de los castings de la tele. De las caras zafias de sus jurados, de toda esta patraña para hacernos olvidar que podemos retroceder a la derecha, la Iglesia cristiana está contra los gays, las lesbianas, el aborto y todo lo que sea progreso. La familia nuclear es radiactiva, el euribor se ha disparado, los niños desaparecen de verdad, Zapatero promete, Rajoy amenaza. Hilary quiere un becario para vengarse corriéndose viva en la sala oval, un señor se ha cargado la banca francesa y los polos nos llenarán de agua hasta la cama.
Aún así, jamás pienso en triste, ni en blanco y negro. Ni escucho un himno donde se hace de la patria un emblema para discriminar, aunque esta ciudad siga amando a los cantantes mudos, los bailarines sin piernas, a los amantes sin alas.
“Existe algo mucho más escaso, fino y raro que el talento. Es el talento de reconocer a los talentosos.” (Albert Hubbard).
Richard Villalón
Sevilla, 29 de enero de 2008
http://www.richardvillalon.com/