jueves, 18 de septiembre de 2008

El Hombre de Yaracuy

Caramba, mi amor caramba, que bello que hubiera sido
Si tanto como te quise, así me hubieras querido.
Otilio Galíndez-Canto Popular Venezolano.

Recogimos a Miss Venezuela en la Estación de Autobuses Plaza de Armas a mediados de agosto. Llevaba ropa muy bonita, no se cansaba hablando de si mismo. Venezolano, contrario acérrimo de Hugo Chávez, escapado de Bélgica por los pelos. Se había enamorado por Chat. Venia por Antonio Manuel, quien le daría una cartita, para quedarse en un cosmos rodeado de fresas y campos cubiertos de artificiales plásticos en Huelva. Miss Venezuela es guapo, su principal belleza es la forma como repele la realidad cada jornada. Se paseó por la casa medio en cueros haciéndonos reír hasta llorar cada tarde. Sabía perfectamente, España no da trabajo a las “Misses” de su tipo, su Antonio Manuel era un cateto rubio, callado, culpable hasta las ronchas, por gustarle demasiado los hombres extranjeros. José Medardo era la paradoja de un reino donde la libertad parece caminar contra sentido. Había recorrido América en manos de narcos, seres habitantes de las tinieblas, ese otro armario... Padres de familia enganchados a su contoneo sensual mal habilitado. Cocinó “arepas” dos noches, en ese momento nos transportó a las selvas sombrías del Orinoco. En su cuerpo vivían alegrías muy lejanas, besos mal dados y su sonrisa descorazonada. Venezuela sufre, un dictador dispara cada día palabritas de neón, reinvención de una revolución simulada. José Medardo solo alcanzaba a hablar de los “cruising” por Ámsterdam, las dobles penetraciones en Bélgica y los señores a quienes Miss Universo 2008, Dayana Sabrina Mendoza Moncada, arrebató sin piedad el nombre de las cosas.
Le quisimos bien esos días, hicimos girar su rueca para no truncarlo, seguimos la cuerda, algo hacia temblar las palabras cuando él insistía en ser otro Boris Izaguirre en España. Su móvil llenó nuestras noches de verano, pasando hombres sedientos por los bordes de su cama, pidiendo rabiosamente lo que José Medardo no sabía dar en estas tierras sevillanas. Simplemente porque no lo traía, el amor pagado es el peor espejismo.
La mentira carga mueca particular, su mohín de reina de belleza desterrada, era un gesto atroz de tristeza ceremonial. Su perfección con respecto a lo inútil quedaba bastante cerca. Silicona fantasma, el dolor agazapado esperando ciego al porvenir.
Hablaba y hablaba desbordándose cuando Dayana se posesionaba de él, haciéndole decir: “Zin Shao” (hola en vietnamita) enseñando una dentadura blanca como la misma muerte. Recordaba asustado ese día cuando lo regresaron desde Paris hacia Caracas, custodiado por guardias de inmigración en el avión. Esa Europa lo hizo sentir mestizo, cobrizo, “marico” y sobretodo pobre. Pobre por cargar solo sueños en su leve cartera. Aún así regresó, tres meses después, valiente, altivo.
El caso es que la Venezuela del petróleo y de convocatorias masivas se hicieron añicos cuando él aclaraba una vez más:” Una Miss Universo venezolana reinaba el planeta.” Ni las llamadas cortantes, los mensajes insultantes de su país de origen, lo hicieron desprenderse de su banderita bolivariana cuando le hicimos fotos desnudo para su www.gaydar.co.uk/aaamedo.
Algunas personas quedan flotando en la memoria como manchas de chapopote en alta mar, él ha quedado transitando el corredor, desfilando la pasarela, en esa oscuridad premeditada con la que llenamos la casa.
Somos “cazadores de náufragos”, nos dijo una vez un rumano que había cumplido cárcel por ligarse a un militar en su país despiadado. Unos “buscadores de tesoros extraviados dentro del laberinto gay”, nos dijo un domador de leones ucraniano, mientras lavamos su ropa después de recogerlo a medianoche en un camino desolado de Aznalcóllar. Una especie de Magdalenas dando abrigo a moribundos de si mismos.
En verdad eso es el exilio. Mudar de piel, retratando canciones extrañas, bebiendo lágrimas contenidas para emborracharse de adiós y deriva. Somos buceadores rescatando de una oreja a un minero brasileño a punto de ahogarse. Los que cantan fados al portugués aquel, mientras tocaba el piano ininterrumpidamente, cuando su noviete menor de edad, lo abandonó para irse a Australia a buscar chicas curadoras de sus besos y sus manos.
José Medardo nos dejó astillado el corazón, se fue de nosotros a los tres días, como hizo Dios cuando se hartó de la nada, elevándose harto de tumbas y molestias terrenales.
Huyó a Zaragoza donde una maricona lo dejó sin maleta por ser tan pasiva como él mismo. De allí a Alcañíz, La Fresnera, adonde un cura colombiano piadoso lo recibió de rodillas comiéndole “el infierno” hasta el fondo del “perreo”. José Medardo seguía dando besos a diestra y siniestra, en su locura de Miss imaginaba el mundo “Lleno de paz y armonía”,” Los niños no debieran pasar hambre en ninguna parte” y “Si hubiera un holocausto nuclear salvaría como pareja (hombre y mujer) para preservar y multiplicar la especie humana: Al Papa y a la Madre Teresa de Calcuta".Responde hipnotizado con una emoción profunda como la piel de un papel.
Esta noche dormirá en cualquier lugar del continente europeo .Poco importa si echado, sentado o de pie. Soñará instalado en el rascacielos de Donald Trump, hacedor del concurso Miss Universo… Ebrio de aplausos, flores y una corona brillante adornando su heroica extenuación.

Richard Villalón
Sevilla, 10 de septiembre de 2008
http://www.richardvillalon.com/