Recibí de regalo la parte oculta de un género superviviente, emergente en estos últimos años. Aman las fotografías, los mensajes cifrados, las modas pasajeras eternizadas, las mujeres guerreras y los hombres de calendario. Celebran “el orgullo” (el mas cruel de los sentimientos) llenando de escandalosos maquillajes, plumas, calzoncillos de cuero e imposturas trucadas, las calles de una ciudad con su zoológico, ghetto particular y sus torres inclinadas. Cargándole dudas a los colores del mundo. Vivo además, hace tres años, en otra minoría dentro de la minoría (muñeca rusa siniestra): Los casados gays. Casado interracial, internacional, intercultural… Casado antes que “cazado” por leyes sacramentales.
Estas “pertenecencias” supuestas –nunca entenderé una identidad descalificada- han obligado a sumarle extrañas cifras a mis papeletas de “diferente”, “marginal” “Friki” o como carajos llamen ahora, según la tendencia, a los que abominamos etiquetas.
España me ha re- bautizado: sudaca, artista, negro, judío, maricón y comunista. En el resto del mundo sería “outsider” y en el peor de los casos, de perdida: “looser”.
Voy al gym para conversar sudando, odio competir. Mis anabólicos los absorbo de las piernas, tríceps y bíceps de machos desorientados. Leo libros interesantes. Públicamente confieso: Paolo Coelho me toca los huevos. Susanna Tamaro me aterra por su catolicismo sibilino, Fidel Castro me la repanpinfla.
Canto desde niño, cantar es la isla salvadora. Cantando es la única manera de espantar maldades. Una palabra no pesa tanto, como una nota salida de esta garganta profunda, oscura, diferente: Soy contratenor. Lo barroco de mi personaje es seducir a tíos a quienes la moral les mola para limpiarse la polla luego de una eyaculación sedienta, turbia, desesperada.
Los “Nacionales Normales” atañen brujerías a los extranjeros, para ellos somos jeques o chamanes. En cada fiesta, reunión o bar, civilizados repiten como un mantra:” La premonición, la magia y los adivinos son protagonistas de tercera”. A la cuarta copa me arrinconan preguntando sobre su siguiente conquista, si es bueno comprar ordenadores por Internet y cuando morirá la “Tita solterona” nombrándolos herederos. Así me lleno de rabia, luego de risa, la fórmula terrible de odiar. Ahora la gente presume sentando a un maricón en su mesa, suponen con eso ser liberales, tolerantes positivos. Secretamente tiemblan al pensar que una lesbiana nazca como espina en su casa, un gay aterrizara cual marciano en sus domingos familiares o “Antonia la Machorra” deje su casa a su amiga de toda la vida…
Mi historia (y la de muchos parecidos) serviría para películas antropológicas con poca taquilla. Los “progres” la utilizarían cual parábola para entretener cuando decaen las fiestas y los “sushis” se desbaratan en sus cenas de diseño. Sonrosados, tecnócratas y paternales atacan a los despidos masivos, cómodos y solidarios tras el blindaje de sus contratos. Con el desolado compromiso vital de no perder nada que afecte el pago de su hipoteca puñetera.
Mi belleza física, sofisticada, solitaria, descubre chulos tatuados con karma. Aparezco en el espejo cuando la juventud grita como fantasma. Soy un “aparecido” en los cuartos oscuros, nuevos confesionarios para una devoción castrante .Sacerdote fanático de una sexualidad casi religiosa, hombre bomba disonante, así me suscribo. La experiencia ha calibrado mi existencia como animal especializado en no desaparecer .La sabiduría mundana y cateta me obligan a nunca pertenecer al “Rosa Power”. Nadie me ha ayudado a salir en una TV, ni siquiera local. Dudando siempre de mis dotes vocales, haciéndome propuestas sobre los usos corporales de la faringe. No hay lugar para lo que escribo. Este éxodo también es exilio y lo llaman”Cursillo de Estilo”, riendo cosmopolitas con amabilidad propia de las hienas, los dueños de la comunicación gay, los gimnastas del verbo, los que usan “Prisa” para hacer lento y rentable el sentido de la oportunidad. Me dejan detrás de la puerta con mis papeles legales y mis sombras, entristeciendo.
Mi pareja sigue amando la luz que consigo emitir. Escribo nocturnamente, Sevilla me ha transformado en el primer cantante-mimo del planeta. Falla el PSOE para protegerme. Sus ideas, su buenismo malsano, hacen morir de “sed junto a la fuente”. Legalmente los inmigrantes no podemos votar. Ya nos necesitarán apenas la seguridad social se rompa una cadera y falte un teléfono amigo para llamar...
Nuestra boda consiguió que mi marido obtuviera el vestuario desasosegante del segregado.
Él es actor, las autoridades del pueblo afirman que el Teatro es una fábrica de parados y los centros deportivos, la base nuclear para ensamblar “Beckhams” como rosquillas. En este Ayuntamiento los toros son ciudadanos de primera, Patrimonio Nacional. Hay tres toreros reputados, una Plaza del ídem digna de exportación.
Mezclar sangre, ruedo y señoritos son ingredientes para crear desalmados.
Afirman coléricos, inyectados y febriles que dos hombres penetrados jamás tendrán hijos, para eso Dios concibió la vagina y los terrores femeninos. Algunos avergonzados se eximen animándonos a adoptar chinitos o peruanos cumpliendo así con la llamada ley de vida. Como si vivir tuviera algo de juego divertido cuando viene decretado.
Reflexiono y este circo particular sucede mientras los banqueros llenan de palos la hoguera de la crisis, bombardean Gaza y los postmodernos piratean programas informáticos e ideas para sumarlas al vocabulario de progresistas disfrazados.
Los portales, los blogs y el mensaje móvil, crecen como hongos en el bosque. La migración está, después del fenómeno llamada, en estampida. Mi gato mira dando ánimos para no morirme en este cuarto y tú me lees pensándome loco como Juana en Tordesillas. Delirante, inmigrante, deshabitada, desencantada… mil veces insomne, un millón de euros callada, aislada del viaje de gozar tranquilamente la vida.
Richard Villalón
Sevilla 26 de enero de 2009
Estas “pertenecencias” supuestas –nunca entenderé una identidad descalificada- han obligado a sumarle extrañas cifras a mis papeletas de “diferente”, “marginal” “Friki” o como carajos llamen ahora, según la tendencia, a los que abominamos etiquetas.
España me ha re- bautizado: sudaca, artista, negro, judío, maricón y comunista. En el resto del mundo sería “outsider” y en el peor de los casos, de perdida: “looser”.
Voy al gym para conversar sudando, odio competir. Mis anabólicos los absorbo de las piernas, tríceps y bíceps de machos desorientados. Leo libros interesantes. Públicamente confieso: Paolo Coelho me toca los huevos. Susanna Tamaro me aterra por su catolicismo sibilino, Fidel Castro me la repanpinfla.
Canto desde niño, cantar es la isla salvadora. Cantando es la única manera de espantar maldades. Una palabra no pesa tanto, como una nota salida de esta garganta profunda, oscura, diferente: Soy contratenor. Lo barroco de mi personaje es seducir a tíos a quienes la moral les mola para limpiarse la polla luego de una eyaculación sedienta, turbia, desesperada.
Los “Nacionales Normales” atañen brujerías a los extranjeros, para ellos somos jeques o chamanes. En cada fiesta, reunión o bar, civilizados repiten como un mantra:” La premonición, la magia y los adivinos son protagonistas de tercera”. A la cuarta copa me arrinconan preguntando sobre su siguiente conquista, si es bueno comprar ordenadores por Internet y cuando morirá la “Tita solterona” nombrándolos herederos. Así me lleno de rabia, luego de risa, la fórmula terrible de odiar. Ahora la gente presume sentando a un maricón en su mesa, suponen con eso ser liberales, tolerantes positivos. Secretamente tiemblan al pensar que una lesbiana nazca como espina en su casa, un gay aterrizara cual marciano en sus domingos familiares o “Antonia la Machorra” deje su casa a su amiga de toda la vida…
Mi historia (y la de muchos parecidos) serviría para películas antropológicas con poca taquilla. Los “progres” la utilizarían cual parábola para entretener cuando decaen las fiestas y los “sushis” se desbaratan en sus cenas de diseño. Sonrosados, tecnócratas y paternales atacan a los despidos masivos, cómodos y solidarios tras el blindaje de sus contratos. Con el desolado compromiso vital de no perder nada que afecte el pago de su hipoteca puñetera.
Mi belleza física, sofisticada, solitaria, descubre chulos tatuados con karma. Aparezco en el espejo cuando la juventud grita como fantasma. Soy un “aparecido” en los cuartos oscuros, nuevos confesionarios para una devoción castrante .Sacerdote fanático de una sexualidad casi religiosa, hombre bomba disonante, así me suscribo. La experiencia ha calibrado mi existencia como animal especializado en no desaparecer .La sabiduría mundana y cateta me obligan a nunca pertenecer al “Rosa Power”. Nadie me ha ayudado a salir en una TV, ni siquiera local. Dudando siempre de mis dotes vocales, haciéndome propuestas sobre los usos corporales de la faringe. No hay lugar para lo que escribo. Este éxodo también es exilio y lo llaman”Cursillo de Estilo”, riendo cosmopolitas con amabilidad propia de las hienas, los dueños de la comunicación gay, los gimnastas del verbo, los que usan “Prisa” para hacer lento y rentable el sentido de la oportunidad. Me dejan detrás de la puerta con mis papeles legales y mis sombras, entristeciendo.
Mi pareja sigue amando la luz que consigo emitir. Escribo nocturnamente, Sevilla me ha transformado en el primer cantante-mimo del planeta. Falla el PSOE para protegerme. Sus ideas, su buenismo malsano, hacen morir de “sed junto a la fuente”. Legalmente los inmigrantes no podemos votar. Ya nos necesitarán apenas la seguridad social se rompa una cadera y falte un teléfono amigo para llamar...
Nuestra boda consiguió que mi marido obtuviera el vestuario desasosegante del segregado.
Él es actor, las autoridades del pueblo afirman que el Teatro es una fábrica de parados y los centros deportivos, la base nuclear para ensamblar “Beckhams” como rosquillas. En este Ayuntamiento los toros son ciudadanos de primera, Patrimonio Nacional. Hay tres toreros reputados, una Plaza del ídem digna de exportación.
Mezclar sangre, ruedo y señoritos son ingredientes para crear desalmados.
Afirman coléricos, inyectados y febriles que dos hombres penetrados jamás tendrán hijos, para eso Dios concibió la vagina y los terrores femeninos. Algunos avergonzados se eximen animándonos a adoptar chinitos o peruanos cumpliendo así con la llamada ley de vida. Como si vivir tuviera algo de juego divertido cuando viene decretado.
Reflexiono y este circo particular sucede mientras los banqueros llenan de palos la hoguera de la crisis, bombardean Gaza y los postmodernos piratean programas informáticos e ideas para sumarlas al vocabulario de progresistas disfrazados.
Los portales, los blogs y el mensaje móvil, crecen como hongos en el bosque. La migración está, después del fenómeno llamada, en estampida. Mi gato mira dando ánimos para no morirme en este cuarto y tú me lees pensándome loco como Juana en Tordesillas. Delirante, inmigrante, deshabitada, desencantada… mil veces insomne, un millón de euros callada, aislada del viaje de gozar tranquilamente la vida.
Richard Villalón
Sevilla 26 de enero de 2009