FOLLAMIGOS
Richard Villalón
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Etimológicamente la palabra follamigo viene del castellano moderno. Se compone de dos partes bien diferenciadas foll- (del castellano follar; coger, fornicar) y -amigo (del castellano amigo; colega, tronco) es decir, un amigo con el que follar.
¡Vaya Ganga! Alguien para pasarlo bien, sin enamorarse,
pidiendo solo el siguiente encuentro. Pagando a medias los cines, las cenas,
los condones, ningún atisbo del típico listillo, ¡Qué maravilla!
Con esas ventajas, por supuesto busqué variados tipos de follamigos. El calladito rubio, el parlanchín
hablando hasta debajo del agua, el alternativo guapo con su insoportable olor a
axilas, el ejecutivo a quien en la
intimidad le llamaba “Míster Spray”, era exagerada su eyaculación precoz. El
cuarentón cultísimo comparándome con una belleza de Miguel Ángel. El maromo
jadeando “más…joder… más”, follador fatal, una cansina canción del TOP
Botellón. El arrepentido pertinaz, hablando de su mujer, errando en los
sinuosos caminos de la penetración, contando sus triquiñuelas para evitar el
pago puntual a Hacienda .Ahorrando esperma para evitar ser descubierto. El
militar gracioso amante de los Balcanes,
porque en un año pagó la hipoteca de su casa, para luego comprarse un pitbull,
entrenarlo y pelear...El feísimo maestro de Bellas Artes superando expectativas
al momento del orgasmo, feo con cojones, feo, feo, feísimo…
La ideología follamiga recalca lo gratificante de ser
hispter, práctico y poco sensible.
Descubrirnos libres, desprejuiciados, usando una felicidad cuyo futuro sin
promesas caduca a las 24 horas.
Conociendo follamigos
pude inventarme nombres distintos, situaciones distintas, edades distintas, la
máquina parecía funcionar casi bien.
Oculté pasado, padres impresentables, familia vulgarmente común, mis manías
megalómanas.
Hasta que comenzaron mis problemas personales, ¿Para qué
negarlo? Soy un ser complicado. Cuando me quieren, no quiero y cuando quiero,
no me quieren. Sumado a mi terrible complejo
austro-húngaro de la Gata Flora: “Cuando se la meten llora y cuando no
se la meten, también llora”
Mi fantasía elucubraba los pies de un follamigo
perteneciendo a las nalgas espectaculares del otro, su saco escrotal (huevos,
para ser más claros) colgando pendularmente entre las piernas de un tercero. Se
hizo rutinario saber que los jueves hablaría de cine con un quiromasajista que
decía ser sevillano y portador de un traidor acento bonaerense .Los sábados vía
“wassap” me calentaría inútilmente, con aquel otro desquiciado de ojos grises… Con su monólogo delirante, hablando de la
libertad sexual como una invención de él mismo. Fue casi imposible vernos, por
sus estrictos horarios laborales, sus apoyos masivos a causas mediáticas,
conciertos de cantautores aburridos y porque cuando estaba solo, quería estar
mas solo ¡Vaya rollo!…
Los follamigos resultaron bastante “hartibles”,
extravagantes inútiles, complicados. Su conversación parecía un discurso del comité Central Comunista o
una reunión de la Conferencia Episcopal.
Su definición consistía en ser de
nadie, saltarse todas las normas, menos las suyas. Una libertad condicionada
con poco y nada de libertad. Prohibido enamorarse, prohibido sentir ternura,
prohibido hablarles a terceros de esa relación secreta, prohibido mirar
atentamente a los labios, prohibido decir te quiero durante el coito o ¡Como
Carajos se llamara esa sopa de ruidos raros, sudores sucios y besos
demoledores!
Cabe aclarar: Nada de planes emocionales. Solo horarios,
pasajes low cost, viajes a lugares
desconocidos para los dos y para las amistades, previniendo sorpresas.
Conocí desfiladeros peligrosos en rutas accidentadas,
puertos y refugios ignotos de alta montaña, playas escarpadísimas para
deslizarse en tirolina por sus acantilados y tomar el sol, ya hechos polvo.
Restaurantes con camareros escapados del reparto de la matanza de Texas. Rutas
suicidas por países africanos en pie de guerra y mucha agua mineral…Mucha, para
tener la boca callada, en el momento que una desesperante y extraña rebelión
interna parecía desatarse dentro mi cuerpo y mandar a mi follamigo de turno, a
su respectiva ¡Puta Madre!
Cuando el cansancio se hizo rutina devastadora, venció.
El sicólogo colectivo, en consulta externa cada ocho meses
de la Seguridad Social, recetó pastillas relajantes e hipnóticas, así alcancé
seguridad.
La mejor medida para ser libre, era hacer de mi capa un
sayo. Sometí mi entendimiento y logré destreza, ensayando…
Los bisturís los
conseguí robándoselos a un verborreico doctor forense, bonitos labios, terrible
picha corta. Las sogas me las regaló un espeleólogo, quien gustaba rezar a gritos el padrenuestro de cada día,
mientras le hacia un fist fucking en
regla, con guantes de goma y lubricante extra gel .Los estrangulamientos potentes fueron resultado del entrenamiento
físico involuntario.
Comencé esta aventura del asesinato masivo, cuando la
“follamiguez” dejo de ser divertida, cuando reconocí mi necesidad de amar. Con
este método, libero a los follamigos de su soledad disfrazada. Tengo el gusto
de ser lo único real y útil de su vida, conmigo siempre hay un antes y ningún
después. Nos liberamos con la misma
razón fisiológica de respirar por respirar, comer por comer… follar por follar
Mi meta es ser igual al Doctor Frankenstein: Elaborar el
follamigo perfecto. Los restos de cada cuerpo están diseminados por las costas,
las sierras, los parajes recónditos de
la península Ibérica. Me he perfeccionado como guía en esas discretas y
secretas excursiones .Ahora mi sello particular, apenas conozco a un nuevo follamigo,
es prometerle riendo que le voy a hacer algo que nunca le han hecho… ¡Matarlo!
Nadie se ríe, temen
reaccionar normalmente, humillar su poderoso ego, demostrar fragilidad.
Richard Villalón
Sevilla jueves, 25 de septiembre de 2014
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