viernes, 26 de marzo de 2010

Shibari

                                                                               Texto para Una foto de Carlos Escolástico

Comí su boca buscando recuperar mi corazón. Fueron trece las veces cayendo en el juego del deseo salvaje. Lo demás no cuenta:” Si no sales sucio después del amor es que no has hecho nada”. Pedía ordenando cada vez más amarras, más cables, más ataduras….Collares con perlas de látex, antifaces, pañuelos, sabanas húmedas, esposas, grilletes de peluche, bolas de goma, máscara de piel. Lavativas, lubricantes, aceite, orines, saliva, semen, bolsas de plástico...


Riendo repetía:” a los locos hay que amarrarnos”. Insistía en el “bondage”, un cuento para jugar a esclavo y carcelero. Absurdo averiguar quien goza más, el verdugo o el sometido.

Era bonito cabalgar sobre su pecho. Dulce, sentir lastimaduras en sus muñecas. Difícil desanudarme cuando nos despedíamos hasta el próximo hotel, próxima estación donde su vida le daba el lujo de ser él mismo. Desatándose de su normalidad cada vez que se ataba a una cuerda de sumisión.

Era un asco sensorial, reconozco. Una desolación extraterrestre entender la pared delgada donde vive el dolor vecino al placer. Un vagón llenándose de luz con la velocidad de lo impredecible.

Comenzó a disfrazarme de mujer. Quedé dos días con un grano de arroz bajo la lengua. Apareció llevándome ropas, peluca y tacones al restaurante chino. Imposible creérmelo.

Ese señor del banco me había negado una hipoteca, ahora mismo me daba un vestido y una escopeta para ahuyentarle los pájaros de la depresión en un hotel cualquiera. Entendí torpemente cuando el rímel barato dejaba en mis ojeras un temblor epiléptico .Emergía cual pantera de mi, esa mujer idealizada con pene oculto bajo un encaje sórdido. Llegue a gritarle furiosamente: ¡Eres un mierda!, ¡Un usurero…! ¡Tus hijos morirían atropellados! ¡Tu mujer es una zorra rezando a un dios desarticulado! Inventaba vejaciones. Lo amarraba hasta mearse de miedo, hasta que sus gases parecían reventarle las tripas Era un ser carente de magia .Sus tretas, su camiseta, olían igual a operario de Telefónica .Su tarjeta de crédito lastimándole el ano, era rechazada en el cajero a la hora de comprar una pizza cuando la noche nos dejaba hambrientos y desvalidos en un pueblo del aljarafe sevillano. Cualquier juego pierde chispa ganando los mismos.

Por eso planee ahogarle de verdad. Por eso contraté a “la chinita” que está bajando las escaleras .Lo habrá encontrado con una bolsa reciclable amarrada a su cabeza, sus zapatos Camper , desnudo, amoratado .Parece feliz habiendo asistido al orgasmo maniatado, dispuesto a subir por la asfixia al Nirvana de los provocadores, su erección post mortem lo testifica.

He quedado desolado, en blanco, huérfano de esclavo.

En la recepción del hotel dejarán de preguntar detalles evitando comprometerse. La policía archivará esto como el motivo de un robo anodino. Miserable funcionario de banco asesinado supuestamente por su sueldo .La tarjeta funcionará, no tiene restos de heces... Tengo un cock ring puesto en los testículos, paladeo la libertad erizando los vellos de mis pantorrillas. Mi ano está sólido, terso, cerrado .Esta vez su puño no me elevó a ese paraíso extraño.

Mónica Naranjo es lo único de mí, resonando en esa habitación hueca, llena de cristales, ausencias. “Sobreviviré “se repite como mensaje subliminal

El piso para casarme con mi novia fue imposible intentar comprarlo. La hipoteca la negó este cabron de mierda. Tengo piernas bonitas y ojos tristes como amuleto. Las braguitas de encaje serían lo único analizable si hubiera cojones y presupuesto para llegar al fondo de esta muerte extravagante e insulsa.

Mi camisa blanca de portero de museo conserva su halo espectral. Follaba cuidando dejarla doblada, lejos de mis gritos, sus dedos, mis jadeos .Ninguna mancha de esa vida oscura quedaba al día siguiente, cuando mis sobrinos me besaban.

Resulta vergonzoso, no me preocupa esta chinita sin papeles, ni el terror súbito tatuado en su espalda.

Somos putas por distintas necesidades. Ella sabrá volar ¿Aprenderé también?

Richard Villalón

Martes, 16 de marzo de 2010