viernes, 5 de noviembre de 2010

Amor santificado, prohibido, en Rumano: Dragostea lor, interzise

Seguramente me pondrán Nicoletta. Soy niña. Tras un parto natural he nacido pesando algo menos de tres kilos, en Jerez de la Frontera el pasado 26 de octubre. Vengo al mundo en tiempos de Lady Gaga, Belén Esteban, Hello Kity y las Brad ¡Vaya personal!


Cuna no tendré, el amor de mis padres causará mejor resultado que visitar el Corte Inglés en tiempos de rebajas de Otoño. Olimpia es mi Bunica (abuela), mi Mama se llama Elena y vine a España camuflada en su barriga para el matrimonio de un familiar.

Esta cartita (perdonen mi ortografía) la envío cuando su santidad el Papa está por España. Agradezco su amor a la humanidad, su lucha contra el aborto. Agradezco su necedad, gracias a él, mi viaje hacia la vida no se ha interrumpido. Agradezco su teoría: “Todo encuentro sexual será solo reproductivo”. Me repugna la palabra condón. Mi primer odio se ha instalado en esa Europa laica que le quiere pasar una factura a Benedicto XVI "su viaje a Santiago le cuesta al contribuyente tres millones de euros; a Barcelona, 1,8 millones de euros, y a Madrid, 25 millones de euros. Es decir, el coste de las tres visitas asciende a un total de 29,8 millones de euros". No sé en qué idioma gritarles “pedazo de mierdas a esos”, ¿En español o en rumano? Aún no me quiere este país para hacerlo mío. Los de la Junta me dan miedo.

Nicolás Sarkozy es el ogro come niños de mis cuentos futuros. Cuando cuenten cuentos seremos tres los asombrados, entre turbación y placer: Mi madre de 10 años, mi padre de 13 y yo. Seguramente seré la única capaz de consolarlos. La televisión no pudo lograrlo, ni los juegos de su edad adolorida de carretera, desempleo, marginación social. Descubrieron temprano ese otro juego donde la risa no aparece, para reír a gritos con otras partes del cuerpo, calmando el pavor de existir. Un juego más efectivo que Steven Segal y Chuck Norris en doble programación…

Benedicto XVI, gracias por alejarme de las garras de Sanchez Dragó. El Dios que representas ha demostrado el milagro: “Son frecuentes las cesáreas, al no estar en la adolescente completada la maduración del esqueleto de su pelvis, por lo que la cabeza del feto no es capaz de atravesar el canal óseo que le conducirá desde el útero al exterior”. Nací de forma natural.



Richard Villalón

Sevilla, jueves, 04 de noviembre de 2010