martes, 11 de diciembre de 2012

Las Velentejas


Las Velentejas

Mastican, se relamen... cociné lentejas, parecen bordadas a mano. Confundir sabores es arte. ¿Quién ha dicho que las lentejas llevan chorizo? Las lentejas son así: ajo y sal nada más, el hambre condimenta el resto. Esta misma mañana yendo al mercado, detrás del maquillaje seco, veía brillar la duda entre la gente. Leyendo precios de reojo, cambiando pesos, rechazando nerviosos la contundencia del kilo. Quitando y metiendo descabalados, como cuando se folla borracho de tristeza .Preguntaba temblando ¿los demás buscarán matar sin dolor? ¿Parezco terriblemente igual a los demás? ¿Este infierno me corresponde o bajé en una estación equivocada? ¿Me hubiera ido mejor si me hubiera casado con Tomás, aquel picha corta relatando: leer es mejor que comprar?
Llevamos casi tres años buscando trabajo, yendo a esa  inútil misa lenta de la cola del paro. Viendo risas extrañas y exageradas opiniones echando culpas. Que si Botín, si Zapatero y su bobísima sangre .Mercadona la reina de los abusos, generadora de trabajos forzados, miserable manera de encanecer precozmente una juventud. Si los alcaldes corruptos hubieran sido islandeses ya estarían acarreando hielo, encarcelados. La Pantoja es una señora y Julián un chulo. El castigo de Isabel, Maribel para los amigos, su condena real no serán años de cárcel, sino Paquirrín, la pobre. La aceituna salvará  el invierno, Berlín es el nuevo paraíso. Allí llueven café y puestos de trabajo especiales para emigrados. Llevo escuchando esas repetidas cantinelas cuando hago fila en el INEM, ese lugar hosco, lleno de sombras en el día, de bombillas de bajo consumo, tan huraño como un gato encerrado.
Los zapatos delatan tu camino, zapatos chinos, olores tercos. Gomillas del pelo lacias, estiradas hasta el rendimiento, parecidas a  una esperanza mirando asustada los carriles del metro, sin animarse a saltar. Olemos a detergente, sin suavizante. Ahora comprendo, el suavizante nos salva del mundo feroz porque tiene un osito en sus anuncios. Los suavizantes delatan si has acertado en la vida, suavizante para el pelo, para la ropa. ¿Existen desenredantes para la realidad? La experiencia de vivir duele intensamente sin suavizante. Huele a axilas lavadas con esmero, a desodorante en barra, a rastros blancos en la ropa sudada, a sofás rellenos de seres hipnotizados, rendidos, tragando televisión.
Supusimos que esto pasaría, más no pasa .Es esa imagen oscura reflejada en los peores charcos .Lo mejor es ir pensando, saldrá bien, luego reiremos. Lo malo pasará siempre  en los demás, no a ti. Y pasa. Ves la nevera enflaquecer, quedarse sin yogures, llenarse  de botellas de agua corriente, una cebolla gris disparando su símbolo correspondiente. No poder pisar ningún café, ir al cine  se convierte en una leyenda urbana y los domingos acaban perdidos en la rutina de los días repetidos. La realidad  señala la existencia de un emperador chino en Madrid, codeándose con autoridades y reyes. Televisan carritos de la compra llenos de fajos de dinero .Desesperada quieres saltar a un vacio tan corto que su escasa profundidad no será suficiente para eliminarte.
Entonces recurres al suavizante, a sus componentes esenciales. Si pudieras comprarlos sazonarías con eso las lentejas y en el tren del mediodía, después de severas vomitonas, te cargarías a la familia. A esos cuatro parados de larga duración que flotan maldiciendo a quien aman y aman a quien les reniega y sanseacabó...
Mañana los encabezados hablaran de la independencia Catalana, si tienes suerte, apareceréis en los diarios. Eráis una familia extraña buscando trabajo, queríais vivir malamente y morir sananamente. Tus vecinos dirán lo buenos que erais. Jamás sospechaban tu locura arrebatadoramente loca .Ese discurso lloroso y valiente frente al espejo empañado del baño...
El veneno lo robaste cuando limpiabas el laboratorio del polígono de enfrente. Lograste matarlos sin sufrimiento, lo planeaste fumando, cocinaste con tanto amor... el desconfiado de tu  padre  fue el único que  preguntó, si las lentejas tenían nuez moscada y gritaste como era ya costumbre  “Papa déjate de joder, come y agradece lo que te ha tocado....”

Richard Villalón
Artículo para el periódico Viva Punta Noviembre 2012