sábado, 19 de diciembre de 2015

Demos Gracia

Demos Gracia


Las manos duelen los sábados, hartas de cansarse, amarillas por descansar en el mismo sitio.
Mis dedos han regresado desde la madrugada, después de inventar  botones, palancas  o teclas, en su sonambulismo angustiado. Les cuesta explicarse esos discursos trepando paredes, radios, tv y las redes del mundo, repitiendo machaconamente supuestos cambios. ¿Vender el queso antes de la vaca, es política buena?
El domingo hay que votar y botar. Entre tanto bote, estoy seguro, ninguno será agraciado con la lotería. Esto no es pesimismo, ni indigestión nocturna, ni postparto depresivo... Luego de tanta democracia, escogemos fatalmente a aquellos quienes políticamente correctos, nos dan cucharadas necesarias para curarnos, procurando no acabar con la enfermedad. Evitando por conveniencia, dañar la máquina perfecta de nuestra ansiedad por una vida mejor, aunque en ese ejercicio sibilino  cercene los sueños.  Rápido, sin piedad con diurnidad alevosa. Cargándonos en su tren delirante, en ese rumbo incierto de su lucha personal hacia el poder. Lo siento, los políticos así lo han demostrado. Será distinto cuando lejos de palabrerías técnicas y emociones exprés, demuestren ser  personas buenas.
Este horrendo mandato se ha cargado con frías y feroces palabras, con estadísticas  opacas como azulejos, con pantallitas de plasma especialistas en maquillar de interesantes, a los plastas. Se han cargado la alegría, la broma, el aire limpio, usando trampas de pájaros, unos corruptos a la medida, unas soluciones dementes. Nos han dado pildorazos de poder, sacándonos los ojos a nosotros, sin ser de goma.  Tratando de convencernos de nuestra torpeza al intentar descifrar su verdad oscura, disfrazada de transparencia. Han llegado a declarar las colas del paro, como una troupe de ópera, figurantes descerebrados. Para luego diluirlas en cifras incorrectas.
Aquí no hay pobres, solo gente yendo como hormigas avergonzadas a los comedores populares “porque no saben cocinar”, gente inadaptada queriendo seguir comiendo a diario. Estos adalides de lo correcto, han afirmado por decreto: La dieta mediterránea dictamina, el hambre es ingrediente imprescindible para llegar a ser un gourmet. La gente se va del país porque son unos aventureros hartos de bienestar, prefieren limpiar casas, vivir en los extrarradios de las ciudades ajenas para extrañar al país, su madre España, como quien extraña a una madrastra cruel, ladina e impresentable
Quienes no podemos zarpar, quedamos hechos sal, petrificados… el recibo de la luz corta los dedos con sus filos inexplicables. Seguir la huella de la alegría después de la lluvia, es mirar cómo se desvanecen las brillantes huellas de los caracoles del azar. Es eternizar el momento donde las etiquetas de los precios, marcan la impotencia, para quedarnos simplemente pobres, castigados por esa manera extravagante de querer morir bajo sus pautas. Además,  aseguraran atrevidos que nuestra sangre se encoleriza, solo por el caprichoso hecho de llamar la atención. Aquí el trabajo crece como hongos, donde minimizados en sueldos y bienestar, nos jibarizan hasta el punto de quitarnos, derechos y por si acaso, piedras.
Nos califican de malagradecidos, con su miseria programada desde gabinetes ministeriales. Según ellos, somos sátrapas buscando arbitrariamente nuestra comodidad. Con esa austeridad del embudo: Lo ancho para ellos pocos y lo angosto para nosotros muchos. Rehuimos al sacrificio por nuestro inaudito narcisismo .Queremos vivir despreocupados, huir de ojeras, estrenar buenos orgasmos…
La gente se muere esperando hospitales, los desahucios son las brujas  revoloteando en las alturas de los cuentos. No existe un Hada para quitarnos a punta de varita mágica, la memoria de cuando nada era tan peor.
Nos han rodeado de silencio, estadísticas manidas y desinformación, al final es lo mismo.
Cantar se hace más difícil cada vez y escribir es un acto masturbatorio público.
Ningún partido ha hablado de la Cultura de manera seria, hemos sido parte de un ingrediente, pero no el germen primordial, en esta retahíla del “Sálvese quien pueda” y “Tú Más”.
Los nuevos hablan de porcentajes, IVAS,  paraísos utópicos. Los artistas quedamos excluidos otra vez del sistema, los artistas sobramos. Los artistas estamos condenados.
Bien agradecería mañana al votar que recordáramos: Sin cultura los pueblos son borregos yendo al matadero.
Los artistas, su razón de ser primordial, estamos perseguidos, sesgados, rematados. Cruzando fronteras, exiliados de nuestros propios sueños.
Tenemos que cantar, pintar, bailar, escribir o crear pensando en un amo llamado Arte, custodiado por un tirano llamado Mercado.
Sin dudarlo los políticos son la zanahoria en la punta de un palo.
Mañana al votar pensemos en la vida. Ese antónimo de la palabra política.
Votemos como artistas, ahora vivimos excluidos igualmente. Nos han transformado en artistas del hambre, en la esperanza pertinaz que usa el hombre, contra la perfecta estrategia del caos.

Richard Villalón

Sevilla, sábado, 19 de diciembre de 2015