miércoles, 9 de enero de 2008

el diablo y los intrusos




En nochevieja escuché los primeros gemidos. La casa iluminada a tope adquirió un tinte lujurioso, mal satisfecho. Recordé a Loles aclarándome acerca del kéfir: “Es ladino, silencioso, provoca coagulaciones a su paso. Amargo y sensual, como George Clooney”. Compartimos la idea en su parecido con el matrimonio, por eso mismo acordamos, que el frío detiene tanto la vida, como la memoria detiene a la muerte. Me regaló el kéfir, con esa condición, nunca dejarlo en la nevera, cuidé de mi kéfir como un niño asombrado, no quería a nadie cerca de él. Loles me cae bien. Tiene glamour natural, una claridad pasmosa alumbra su laberinto
Mi matrimonio-kéfir tiene forma sibilina para hacerle frente a la vida, dejando que Dios nunca mate, aunque inevitablemente, oprima.
Algo pasaba en la cocina, había ruidos de sillas pesadas arrastrándose, la televisión se encendía sola, sin causa justificada, justo a la hora de las noticias. Olía a vinagre y llegué a especular un olor a espermatozoides.
Este fin de año pocos amigos llamaron. Nobuyo desde Japón me dio cábalas para evitar faltara riqueza, amor y deseo durante el año. “Tres tipos de arroces detrás de la puerta principal, una flor blanca arrojada al mar…”
Cuando vi por primera vez su cola, supuse la cola de la rata Facunda. Una rata del Ikea, compañera sentimental de mi gato psicópata. Cuanto más la quiere más la estrangula, la muerde encerrándola en sitios insospechados de la casa. Creí que Facunda había perdido la cola en un arrebato pasional .Quise rescatarla con la escoba, detrás de la nevera. Al tocarla sentí una mariposa destrozándose en mi estómago. Esa piel tan caliente me asustó, mi grito mudo quedó tatuado en la parte frontal del frigorífico. Los kéfires son unos hongos parecidos a la coliflor, provienen de la Rusia profunda. Popularmente le llaman búlgaros, los mejores son rumanos. Cuando esa cola me guió hasta la encimera encontré a mi kéfir hablando como loco, nada me hubiera hecho sospechar un diablo reducido a la imagen de un pobrecito hongo para cortar leche.
Pregunté temblando acerca de su aparición y él dijo que por suerte había caído en esta casa. Sabía que somos dos tíos casados (nueva familia) eso lo sobreponía algo en su pena. Aseguró balbuceando acerca de los tiempos cambiantes, si al menos le hubieran advertido de una Iglesia madre de todas las acciones obscenas, él se hubiera preparado hace siglos. Imposible creer de golpe y porrazo al Papa hablando hipnotizado ante miles de Peperos, vía canal digital ¿Cómo era permitido condenar sin ningún atisbo de piedad cristiana a las nuevas familias? Los riesgos de una iglesia caída en picada tenían ahora un solo demonio: El PSOE. “Tantos años hurgando en el corazón humano, metiendo tentaciones en la faz de la tierra, para que ahora un puñado de desaprensivos sean más malvados que yo mismo, Lucifer”. Según ellos, las nuevas familias llegaran a ser la gota que colme el vaso para derretir los polos, invadiéndonos todas las pestes del universo mencionadas en la Biblia. “¡Vaya papel trágico me ha tocado!”, contó acongojado. Solo tuve miedo del brillo de sus ojos cuando nombraba al Papa como el amo absoluto de toda confusión humana. Eso de que “el diablo harto de carne se metió a fraile” le sonaba ahora fuertemente en su conciencia. Había encontrado el escarmiento viendo como sus mejores enemigos se habían apropiado de sus acciones castigando sin cesar los actos del progreso social. “Cuando el diablo habla tiene licencia de Dios” y ahora él en esa forma triste de kéfir no sabia si Dios mismo se estaba ocupando de sus desesperadas palabras. Dios lo había abandonado poniendo ante si una iglesia fundamentalista, terca alrededor de su propio ombligo. “El diablo sólo tienta a aquel con quien ya cuenta” miles de personas alrededor de una plaza habían sido convocadas esta vez por la Iglesia para dinamitar una paz conseguida luego de siglos de persecuciones y actos malignos. Todos con diformismo sexual, es decir que no se puede diferenciar los sexos por fuera, todos con la derecha planteando el retroceso de la rueca del tiempo. Hablando de Dios para capturar votos. El rosario en el cuello, y el diablo en el cuerpo.
¡Pobre diablo! Aunque no tiene como mantenerse, ni alta como autónomo, ni paro de funcionario, le he dado cobijo. Lo único prohibido es hablar de las elecciones, él se enciende y me quema los muebles, solo por eso. Tomo yogurt todas las mañanas, alguna vez nuestros chistes acerca del cielo nos llevan a la realidad y mirándonos fijamente sabemos que en Roma saben perfectamente que “A quien Dios no le da hijos el diablo le da sobrinos.”

Richard Villalón
Sevilla, martes, 08 de enero de 2008
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viernes, 14 de diciembre de 2007

El Rey Rapaz



Mis rodillas olían raro, la barba terminaba llena de caramelos o pintada de témperas. Papa Noel es el paño de lágrimas de muchos. En Sevilla es un ser algo despreciado, con poca credibilidad, desprestigiado. Usando este argumento dejé ese oficio fijo de Diciembre. Me negué a seguir recibiendo deseos secretos e inaccesibles. Me puse folklórico radical. Los Reyes Magos son más de aquí, aunque vienen del extranjero, ya son siglos, nadie dice ni “mu” con respecto a su origen.
La primera Navidad disfrazado de Gaspar, reconocí: “El ídolo es el rey Baltasar, por negro.” Su fama hubiera servido de camuflaje para mis robos, la mejor forma de esconderse es haciéndose público y famoso. Nadie sospecharía de un rey tan llamativo. Pero en fin, no me animé y Gaspar acabé siendo.
Robé; mi corazón tenía todas las campanadas del planeta almacenadas en su raíz torcida a fondo. Robé, tengo niños, las ilusiones inquietan más cuando no se llegan a cumplir.
Uno se hunde por el peso mismo de los sueños postergados, con los años, acaban siendo una bomba de relojería. Química perfecta donde el odio es su carga efectiva.
Robar para los pobres es un slogan de la realidad .Los pobres más conocidos, allegados hasta la saciedad, éramos nosotros mismos. Sabíamos nuestras hambres de memoria, el camino sigiloso donde cursa el río del fracaso persistente.
Después del primer robo llegué a casa tiritando, bajo la capa del miedo recién estrenado. Mis niños se volvieron locos con tanto juguete, mi mujer accedió a creer en los milagros. Guiñó un ojo, medio coja con sus zapatillas húmedas de esperar. Riendo enloquecida, igual a la primera vez que vimos luz en la portada de la Feria.
Todo el año buscando trabajo, para acabar resignado con un número en la frente y mil escaparates bailando un baile donde tú eres el único quieto. Un personaje tramando siempre el salto, sin alas para elevarse. Cualquier pobreza es radicalmente dura, peor que un turrón añejo.
Robar no es bueno, aunque me disfrazo de Gaspar adormeciendo por unos días mi pena. Un Nolotil contra el dolor de la realidad. Un rey marcado con la carta del sino malo.
Mi padre jamás fue temerario, ponía la otra mejilla. Mi madre servia en casa de señoritos sevillanos, con suerte, nos dejaban los restos de su cena y polvorones de años anteriores .La felicidad huye espantada ante cualquier fecha de caducidad. Nosotros teníamos alma de yogurt, ojos brillantes como lata, una espera feroz tragándonos a medias.
La Navidad trae eso, pone a cada cual en su sitio. Sentir la vida pasar, acabar siendo la marioneta estrangulada por genuinos hilos.
Al principio el miedo pedía más .Cada año la televisión dispara sus flechas envenenadas, tú nadas en la nada de no traer nada, un naufragio caro en los quimeras de tus hijos. No soy delincuente, soy delineante de un mapa pintado a fuerza de soportar. Vivir es tridimensional, nunca tan plano como buscan que aprendamos a jugar.
Cuando llamaron del Ayuntamiento diciéndome que podía limpiar calles, nada mas abrí la nave donde hacen la caravana de Reyes, sustraje el traje.
Un monólogo insólito hizo rogarle a Dios usar su sordera unos días más. Mis plegarias, mis promesas durante el año habían chocado contra su trajinar alborotado. Era la razón por la cual el desempleo me duraba tantos años. Sé perfectamente que mis lagrimones le conmueven, mi mirada fija al cielo raso lo pondría tenso en su cielo de verdad.
Dios no es malo pero se rodea de gente que lo hace santo. Quien te alaba acaba deformándote. Terrible tropa disfrazada prometiendo una vida mejor a otros, esperando, envueltos como capullos en la voz del silencio .Indefensos ante sus promesas partidistas, ocultando sus garras para mejor momento. No conozco a ningún político vagando por los pasillos del cielo. Incluso el buen ladrón con su labia, convenció al mundo de su fe. Ese sabía usar los medios para llegar al fin.
Cuando entré por primera vez en los grandes almacenes, me puse a recoger los juguetes fríamente. Nadie sospechó de mi primer atraco, es más, los mismos empleados ayudaron a Gaspar a llenar sus sacos, me pusieron todo en la furgoneta .Cuando llegué al primer kilómetro recorrido pude respirar, me entraron una risas espantosas ,crueles conmigo mismo. Como todo placer, mitad miedo, mitad asombro.
La policía aun no ha dado conmigo .Estaría bueno revisaran a todos los Santos Reyes en estas fechas, seria vergonzoso ver a sus majestades pasar por el arco de pitar cada vez que entraran en una gran superficie.
Vivo de esto hace tres años, no me arrepiento.
Busco llevar regalos a mis hijos, a otros niños del barrio. Odio a Robin Hood, amo a Ali Babá .Oriente trae los grandes presagios, nadie imaginaría un rey robando en vez de repartir. Ahora escribiendo estos papeles, quiero que esta carta llegue a los verdaderos Reyes, disculpen si acaso en algo los ofendo. Ya sé que ellos tienen incienso, mirra, oro y plata. En estos tiempos desde su trono de Oriente suben los precios del petróleo. Ganan para comprarse varios futbolistas con una tarjeta platinada.
“Queridos Reyes hago todo esto para engañar a la verdad inflingida sin haber pecado.
De tiempo en tiempo mi pobreza asoma su hocico cada vez que me acerco a Diciembre. No quiero encallar la patera de mi vida. Explíquenle a Dios los motivos de mi resistencia. No quiero ser uno más, me aterra esa ciencia. Creo me volví loco cuando confundí a Lenin con Lennon. Cuando la justicia acabó siendo pretexto para coleccionar seres correctísimos.
Si me detienen, quiero al menos a mis hijos sonriendo. Lejos de la vergüenza con que se excusan los cobardes. Enterándose de mi odio cuando fui Santa Claus, cuando mis rodillas apestaban a pedos y orines…y mi barba farsante traía olor a castañas asadas.”

Richard Villalón
12 de diciembre de 2007
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sábado, 17 de noviembre de 2007

La Monja Caníbal







El camino al cielo pasa por el estómago.

Hay hombres cargando su destino en las líneas de la mano. Unos saben a vino de barco, otros a carreteras circunvalando volcanes, hay hombres con sabor a sal.
Cuando quise casarme con Dios sospeché acerca de su sabor. ¿A qué sabrá Dios?
La gente se ríe de nosotras asegurando: “Las monjas se casan con Dios porque no hay Dios que se case con ellas”. A mi me tocó un matrimonio con familiares felices, una iglesia de pueblo sevillana y muchas primas quietas en una fotografía, usada para encender fuego, años después .Cada mañana en el convento, al escuchar a las hermanas cantando, sentía una especie de asfixia elemental. ¿A donde van esas canciones si la cúpula del claustro esta cerrada? Sellada en cruz, como la cáscara de un huevo.
¿Cómo podía ser útil a la humanidad? Mis pasos seguían el sendero sonámbulo de las hormigas cuando no hay nada para cargar. La paciencia nunca sirve cuando el resultado es improductivo. Esperé calladamente, me azoté lo necesario, subí por las paredes… Algunas tardes una mariposa helada abría mi ombligo, bebiéndose un néctar amargo, fruto del padecimiento vital. Quería servir, solo servir, mis acciones no acabarían en el abrir y cerrar de un libro. Mi alma tenía deseos de saciar otra sed. Llegue a pensar en el martirio de Cristo, era la forma de ayudarlo a no sufrir, pagaría su sacrificio. Penando a oscuras, sin reposo, estática y frágil. El más terrible tormento es no hacer nada. Pregúntenle al INEM.
La madre superiora cuando supo de mi salida a la Isla de Pascua cerró los labios y abrió los ojos, reculando hacia el centro de su angustia. Su silencio aún me persigue, cuando retrocedo en el vídeo de mi vida.
Luego de mil situaciones absurdas llegué a la Isla, encontré estatuas tensas, medio bizcas. Ojeando el final del mundo. Un paraíso dudoso lleno de vacilaciones entre ser sólo alma o sólo cuerpo, aquel universo siempre expuesto al peligro del desenfreno. Mujeres tatuadas, hombres expertos .Pájaros cantando, espantando a los Dioses que vociferaban en la voz del viento. Sucedía así el misterio perfecto. Su felicidad carecía de risas, los niños subidos a tortugas disparaban piedras volcánicas en los ojos del agua. Cada noche había una fiesta donde cambiaban de nombre las cosas y terminaban cambiándose ellos mismos. Hombres en mujeres, mujeres en algas. Los viejos saltaban como jóvenes, los jóvenes balbuceaban como bebés. Los niños desaparecían entre la humareda del incienso.
Al terminar mi primer invierno concebí un Dios único y perenne .Los hombres construyen por su necesidad una imagen para sopesar su bien y su mal. Los Dioses de la Isla de Pascua no sabían del Rocío, de la Inmaculada Concepción o Lourdes. Su gente peregrinaba dejando manjares a sus pies cada primavera marcada como fiesta.
En una de esas celebraciones por fin entendí el infinito. “La carne de tu madre se me queda pegada entre los dientes.”Sonó detonante el insulto. Asustados, espantados cada cual se refugió donde pudo. Los dos implicados quedaron enfrentados a la luz del fuego, comenzando una lucha, acabando con una muerte.
El silencio amparó la imagen, desgarradora y triste. Saliendo de sus escondrijos aparecieron los demás. Destajaron el cadáver, se lo comieron sin plantearse la mejor parte de su mitad. Me invitaron una oreja, allí comprendí al sabio del pueblo cuando aseguró en un ocaso: “Me gusta la humanidad”.
Primero fueron nauseas, después alcance a saborear. Las orejas guardan como en un CD lo mejor de lo escuchado en toda una existencia…
Así fueron mis inicios, vinieron festividades interminables, acabe confundiéndome entre ellos para no morirme de soledad. Regresé a Sevilla por una enfermedad, nunca hubiese vuelto por mi misma. Habían pasado años. Mi apetito nunca saciado comenzó a recibir gente desdichada, devorándolos con amor. Comí algunos gitanos, son agridulces como el sabor de su suerte. Los negros son duros, algo picantes, nunca indigestos. Los chinos saben a jengibre, a tormenta en alta mar. Los blancos tienen gusto a temor…
Las demás monjas me creen santa, libro a todos del dolor.
Los huesos secos son como almendras, los convierto en turrón.
Los caníbales preferimos a los que carecen de espina dorsal.
Me como a todos, liberando en mi tentación…su corazón.

Richard Villalón
14 de noviembre de 2007
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sábado, 3 de noviembre de 2007

El Cuentacuentos





El mejor medio para hacer buenos a los niños es hacerlos felices.
Oscar Wilde

Cuando el cuentacuentos se volvió invisible, los niños de la biblioteca quedaron mudos. Alto, pelo extraño, sonrisa imantada, los había llevado por países desconocidos en la nave de su voz. ¡Quedó evaporado por encanto!. Ese gigante delgadísimo, fuera de edad exacta, disfrutaba haciéndolos sentirse águilas, búhos o lagartijas fosforescentes. Aquella tarde los había elevado en un grito fuerte, entre la estupefacción y el miedo, los transportó definitivamente al lugar donde la fantasía se vuelve realidad.
Nadie creería años después un cuento donde el cuentacuentos pronunciara palabras mágicas y poniéndose una capa raída hubiera desaparecido ante sus miradas. Ningún escéptico admitiría la velocidad de la sangre de esos niños, despeñada por la montaña rusa del asombro. Basta creer para ver y no al revés, como la gente asegura:”ver para creer”.
La razón para el misterio de su fuga solo la tenía él. Su vida sobresaltada, llena de presiones como prisiones.
El cuentacuentos estaba empachado, sin querer, de todas las preguntas de la inocencia. Estaba harto de ser algo útil solo para momentos desesperados. Rentable para la tiranía de intereses ocultos e insondables.
Nunca supuso que sin frotar la lámpara de Aladino, habría alguien con poder suficiente, para rescatarlo de ese tumulto constante de críos preguntando.
Los padres errando en otra parte de la biblioteca elogiaban como en un “mantra” su capacidad infinita para dejar a los chiquillos callados. Aquella capa lo había hecho esfumarse.
Como en todo cuento no había explicación exacta, pero en el fondo si la tenía. Un dolor seco, duro como migajas de pan esparcidas por el bosque, vivía atormentándolo. Soñaba con regresar del lugar donde se fabrica el sufrimiento. Era el punto oscuro de la ciénaga donde se rebelaba su razón.
¿Cuánto tiempo puede gustarte ser juguete, si la vida te lastima? Había transitado años admitiendo las mil vidas por las que un actor tiene que pasar, nadie en su sano juicio aguanta un juego donde jamás se sabe si alguien ha acertado en ganar algo. Ayuntamientos y alcaldes habían desfilado por sus pupilas. Aplaudían la idea que existiera un ser humano capaz de contar cuentos, alguien vivo para despertar esas partes dormidas en la imaginación de unos niños destinados a repetir vidas llenas de sueños truncados. El cuentacuentos llega abriendo sus libros o al solo hechizo de su palabra, despierta dragones, magos, epopeyas en la mente de cada niño. El cuentacuentos aplica una ternura encontrada en baúles imaginarios, forjando una infancia poblada de cosas más fantásticas que la propia Nintendo, Play Station o como coño se vaya a llamar la próxima máquina para idiotizar al género humano.
Como su oficio era mágico, solo lo usaban, malgastaban y desperdiciaban. Jamás llegaba la recompensa debida. Cada presupuesto de verano, cada festejo del pueblo, cada gasto en las obras públicas humillan a tope a seres que tienen complicidades con elfos y faunos, con hadas y sirenas, con brujas y ogros. Cada año es peor. Los niños van creciendo. Los alcaldes tienen hijos, cuando llegan a la edad de salir de sus casas, dejan de molestar la siesta... el cuentacuentos acaba como un cromo usado de tanto intercambiar historias.
Su espanto creció cuando entró una bruja como concejala de cultura. Un ogro feroz decidió terminar su carrera de cuentacuentos en el Ayuntamiento de “siempre jamás”.
A pesar de su fama, un lobo funcionario fue el único que se negó a cometer la malvada labor de eliminarlo.
El cuentacuentos asustado convocó a todos sus personajes fantásticos en una fiesta delirante, secreta, en sueños. Le aconsejaron usar la capa de la invisibilidad.
Inútil sería raptar a los niños como en Hamelín o hacerlos olvidar el nombre de las cosas. Simplemente era mejor desaparecer frente a ellos, para siempre. Aquellos niños recordarían por años esa alucinada tarde de biblioteca pública y padres furiosos fumando como chimeneas. La historia volvería a todos cuentacuentos .Su futuro sería el castigo para esas personas despiadadas. Cuando en carne propia los padres contaran de sus hijos y su rara profesión. Cuando los alcaldes hablaran de una infancia enquistada eternamente en las calles del pueblo.
Niños perpetuos jugando a inventar mejores realidades. Adormecidos, extasiados, hipnotizados dentro de un insólito cuento de nunca acabar…

Richard Villalón
viernes, 02 de noviembre de 2007

sábado, 20 de octubre de 2007

San Pancracio



El día que tú no ardas de amor, muchos morirán de frío.
François Mauriac

Solo de pensar en el frío, un aluvión de nieve, me deja…frío. ¡Cabrón! Meterme en la nevera después de tantos logros laborales. Dejarme sin perejil, muerto de asco. Debí interceder cuando mandó a la mierda a su socio, en realidad, su jefe. Le hubiera aconsejado cual Pepito Grillo. Reconozco mi culpa cuando le convencí, un contrato sin derecho a sindicato es frágil, como una uva frente al sol. Las pasas son buenas en cualquier estación.
Este negocio es así, pérfido e impredecible. Cuando se sintió seguro, cuando el viento sopló a su favor, ni un perejil a mis pies. Iba derrochando optimismo. “Chivateando” a sus compañeros, clasificándolos en una lista, con sus virtudes pobres, su cantidad incalculable de defectos amplificados. Averiguando el golpe exacto para hacerlos desaparecer, si estorbaban o preguntaban demasiado. Fue comprando coches lujosos, construyendo casas en Chipiona, Cádiz, Rota. Casas luminosas para un verano largo y siniestro. Ese verano jamás supo llegar. Su vida de invierno o de otoño constante lo hacía pensar en una vejez espléndida, cargado de rentas a favor persiguiendo una juventud eterna.
¿Qué podía hacer? Su mujer lo incitaba, bailaba la danza de las tarjetas con ese vientre de araña devoradora. Viuda negra anticipada, casada, siliconada. Mujer cuya universidad fue el miedo a dejar de comprar... se creía todas las ofertas del Corte Inglés. Compraba trastos que luego escondía por no saber como usarlos.
Cada parrillada era más cara, para unos camaradas demasiado baratos. Amigos asombrados, saltando de la admiración a la envidia, en una misma comba.
Esa decoración era una obligación dentro su supuesta altura de gerente inmobiliario. Sus trajes eran extraños, siempre ocultando el alma. Uniforme de un ejército remoto, depredador y radioactivo, un terno extraterrestre.
Aquí me apalea. Metido en la nevera, le veo cuando viene a por hielo, casi cada hora. Los últimos whiskys no lo hacen por lo menos llorar. Mea mirando de reojo el espejo del baño, tocándose ese miembro donde las últimas modelos lograron un record.
Quiere incendiar el ayuntamiento. Matar a los de las hipotecas detenidas por el Euribor siniestro, odia al puto banco y su declaración:“la burbuja ha explotado”. Desea con todas sus fuerzas que los socialistas se hagan moléculas en el universo infinito. Que los del PP. se vayan al carajo igual que él. Ansía que el mundo se haga un paraje derribado y su oficina sea la única puerta en pie para reconstruirlo.
Cuantas fronteras para llenar de muros, cuantas cárceles para estrenar humillaciones, cuantos Vaticanos para darle cuerda a los leones. Todo eso por fundar, si alcanzase la ola presagiada por los mierdas ecologistas. ¡Nada de bombas silenciosas modernas!, resultan simplonas. Llenas de virus, destruyendo sin derribar. Él quiere bombas reales, de las antiguas, esas que tiran casas despedazando perros. Aquellas dejando árboles hechos leña. Películas donde el último hombre sea un hombre con mujer y un alcalde. Para rehacer la civilización de antaño
Todo ese delirio será el whisky o la coca que lo han dejado solo. Sin dinero la coca te deja sordo, mirando tu pasado como una película en VHS, caduca, sin nitidez.
Te deja alucinando sobre lo perdido y lo gastado, te deja arrastrado y confuso en una corriente donde sino vuelves a rabiar, acabas siendo piedra.
¡Ay, que culpa la mía no haberlo detenido! haber organizado una investigación a tiempo. Haberle puesto un caballo perdedor en su ruta hacia el paraíso. Que mala prevención darle trabajo a diario. Crear de todo una empresa, desde catering, hasta vendedor de flores. Desde hacerse de Fiestas, Cultura y Deportes, hasta llegar a construir una Plaza de Toros. Una pirámide para su exaltación eterna. Que malo fui al proporcionarle todas las armas para hacerlo un aprovechado empresario. Hablarse de tú a tú con el Alcalde. Regalarle aceite, pan y vino como en los evangelios. ¡Que mal me porté! ¡Que mal!
Un pobre santo emprendedor es lo que soy. Un currante buscando trabajo para los reyes de la quimera. Los que saben rezarle mejor a la lotería, que a la razón. Un santo buscado solo en horas desesperadas. San Pancracio en la nevera, castigado y sin trabajo. Congelado de miedo. Mártir del whisky, la viagra, el vértigo de la acometida inmobiliaria .Las casas no valen lo que cuestan…


¡Mala resulta la bondad, muy mala!

Richard Villalón

Villalón Otoño 2007clases de canto






Curso para la comprensión de la voz en todas sus acciones, buscando conciencia de la expresión vocal, en sus primordiales espacios de desarrollo. Dirigido al público en general y personas dedicadas al espectáculo como medio vital.
Villalón ha investigado durante muchos años la trascendencia de la gente que canta, cuenta o “ficciona” a través de la palabra hablaba, cantada o escrita. Por esos resultados, quiere establecer contacto con gente llena de ideas acerca del motivo de la expresión sonora, ávidas de encontrar razones en sus palabras y sus silencios.
Gente que maneja a diario el discurso artístico o gente que por razones personales, han aplazado su trabajo como artistas.
Los requisitos indispensables son aptitud individual sobre variados índoles, a partir de lo musical, buscando lenguajes personales, expresiones interesantes.
Actitud lógica para una investigación integral. Buen nivel de percepción, creatividad para reconocer y conducir, el amor, el odio, la duda, en resultados estéticos. Sean o no, proyectos artísticos. Se busca alumnos-creadores para intercambiar géneros, culturas y formas. Fórmulas de lenguaje verbal y no verbal.
Las bases de su técnica son principalmente el canto clásico, canto gutural, Gestald, técnicas analíticas de creación, dicción, discurso.
Seres con los cuales el “Coach” convierte una maquinaria con ideas, en un aparato productivo.
Busca gentes diversas con clara inclinación al aprendizaje, no al forcejeo intelectual.
Las sesiones serán de ocho horas mensuales de manera unipersonal.
Admisión previo casting y entrevista personal.
Agradecemos la publicación y difusión en vuestros medios.
Precio, información, material grafico, entrevistas personales:
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