jueves, 12 de julio de 2007

Inédito Vergel

Como en las películas antiguas, su belleza me persigue.
Cuando apago la visión del mundo, entro al teatro de los sueños .Ellos, ellas, entran en el tum tum de mi corazón. El barco de la imaginación, sube al ritmo de su sangre y tum tum… Allí bailo.
ManoMadera y Mari Carmen saben. A algunos ángeles, es bueno espantarlos .La ciudad de Lima, su quemazón ya tienen unas manos para aplacar el dolor de ciertos daños.
Mari Carmen, maga de mis brumas más tangibles. Ángel de mi escarcha, bien has hecho en juntar esa galaxia de miradas coquetas. Niños hombres y mujeres sabias en el ensortijado violeta de mil palmas peruanas. Resumidas en una jungla de ritmos, un huayno mixturado. Quien mejor que tú sabes, siendo música negra también es música andina. Los peruanos tenemos de ingas y mandingas a la vez. Llevamos unos ritmos escondidos, como lunares pudorosos, en el cerco más estrecho de nuestro tiempo infantil. Ahora entiendo mi cholo, mi negro, encerrados en la sombra. Cargo orgulloso su destino de raza vibrante.
La música negra, la música del color, es pura madera. Suena si se le sabe tratar. Elevar al conjuro de cajones enlunarados, sudores lúdicos. Como cuando uno hace el amor en Costa Verde.” Tu pelo en mi pelo y tu pie en mi piel…”
Vaya paradoja de los peruanos, vivir flotando en tristezas infinitas. Llevar caderas atadas al deseo de nunca morir mirando. Siempre jugar luchando, vivir con el motor de la vida a todo volumen.
Manomadera me acosa, “la Raggio” me ha vuelto loco, “Milagros chachachá” me turba.
Cynthia sobrevuela su aura bruja .Sus manos aparecen blandas esta noche de barco quieto. Su corazón me tumba y retumba. Que cóncavos son los recuerdos, cuando uno trata de entrar en ellos, para hacerlos otra vez escalera real, subir al cielo…
Frágil, sonoro entiendo a Mari Carmen hablando del silencio en voz bajita.
Aplacando el grito, como domesticando la furia para evitar nos trague.

Hermana matiz del agua, ya entiendo .Pero ¿Algún día entenderán que hubieron sirenas en el Callao? ¿Los toques de queda eran el pretexto para brillar la calle llegando al placer más secreto?
Barranco asola mi interior con su recoveco de patios viejos, cantando al sol me he hundido muchas noches en la vorágine de ser el silencio peligroso cantado por sirenas.
Ulises, lo decía borracho ennegrecido: “Cuídate de las sirenas mas cuando callan, que cuando cantan”
Ahora en Sevilla mi pasaporte se ha escondido, tengo dos gatitos candidatos para hacerme olvidar mis días limeños .Manomadera y Maricarmen juegan en el patio detrás del olivar sevillano. Allí invocan a los dioses que nos librarán de las oligarquías del mundo. Allí el amor por el silencio parte raudo como una nave extraña hacia el espacio. De un golpe nos hacemos niños, cajoneros ahuyentando la falsía.
Manomadera me hiere, Manomadera me enfrenta. Me saca la sal, me come lo que alimenta.¡Que bonito! ¡Que horrible!
Quiero volar, solo si supiera navegar, este día que enfrenta mi soledad de mar ausentado. De negro, cholote, chino chan… pan y poesía.
La pena es un péndulo marcando el horror del silencio, silenciado. El sufrimiento es haber callado.
Maricarmen y Manomadera lo bueno de todo es, sentir a Dios, sin saberlo dormido.
No descansará, hasta escucharnos este ritual pagano .Dios cuando aprieta le tiembla la mano… ¡Dios necesita terapia, al ritmo de todos los humanos!
Richard Villalón
Sevilla domingo, 17 de junio de 2007

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